"Che, ¿quién se está confundiendo con ese dedo?". |
El Museo de Historia Natural de Londres (Inglaterra) reveló unos comentarios que el explorador George Murray Levick dejó escritos sobre un punto en particular en su expedición al Polo Sur desde 1910 a 1913. En ese entonces, el investigador casi muere de hambre y frío; sin embargo, lo peor que vivió fue la perversión sexual de los pingüinos del sector Tierra Adelia. Sobre eso, en efecto, son estas palabras ocultas.
Actos de homosexualidad, pederastia con los polluelos e incluso intentos de cópula de pingüinos machos con hembras muertas son descritos en un apartado que Levick tituló "Los hábitos sexuales de los pingüinos de Adelia". El explorador, de moral eduardiana rígida, quedó tan horrorizado con sus propios descubrimientos que inicialmente los describió en griego para que fueran inaccesibles al lector medio.
"Los pingüinos machos forman pandillas de gamberros de media docena de individuos, o más, y vagan cerca de los refugios incomodando a los ocupantes con sus reiterados actos de depravación", describió el investigador, uno de los cinco sobrevivientes de aquella expedición, que finalmente falleció en 1956.
Fuente: Yahoo.
Te la vamos a dar, Clarín
Opinión
Por Patrick Kluivert
Había investigado ampliamente la cuestión de la sexualidad de los pingüinos de Tierra Adelia para cumplir con la asignación de la noticia que me hizo nuestro querido y bien parecido editor, Ulises Leal. Él sabe que, desde siempre, tuve un gran interés por toda la cuestión vinculada a la fauna mundial; sobre todo, tuvo ocasión de notarlo cuando vino a mi casa a pagarme mi primer sueldo y de entrada nomás le abrió la puerta mi mayordomo, el orangután William.
Y es que todo mi personal doméstico está compuesto por animales; algunos, maliciosos, dicen que lo hago porque no hay que pagarles un sueldo sino solo alimentarlos y darles un lugar para dormir y fornicar a sus anchas. No obstante, estos acusadores desconocen que todo es producto del amor y fanatismo que poseo por el reino animal. Así, mi cocinera es la jiraba Marta, mi jardinero el oso Fernando y mi encargada de limpieza la serpiente Raquel.
Sin embargo, toda la preparación que hice para dar mi parecer al respecto de la sexualidad de los pingüinos de Tierra Adelia fue sin sentido ya que hoy por la mañana me desayuné con la columna de opinión al respecto de este tema de mi colega Eduardo van der Kooy, que en sus líneas para Clarín aprovechó el estudio de George Murray Levick para fogonear una posible horrorífica similitud entre las costumbres depravadas de estos animales y la familia Kirchner, hoy compuesta por mis amados Cristina, Máximo y Florencia, luego del tristísimo deceso del Gran Néstor.
Señor van der Kooy, la pelea de su diario con el Gobierno Nacional ha ido demasiado lejos; de ninguna manera puede acusar a la familia más importante del país de necrofilia y pederastia, sin ninguna prueba. ¿O acaso tiene las agallas para escribir fruta pero no para mostrarla en videos y fotos? Sepa, colega, que esto no quedará así: pronto golpearán su puerta y será un amigo mío, el burro Oscar. Vaya relajando los músculos.
1 comentario:
No se porque, imagine, a van der Kooy vejado por un burro y me sentí mejor (?)
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