El indio Sailendra Nath Roy, de 50 años, falleció cuando intentaba superar su propia marca, que había logrado en 2011 al cruzar un cable sostenido por su cabellera.
El indio Sailendra Nath Roy murió este domingo mientras cruzaba un río sobre un alambre colgado sobre su propio pelo en su intento de superar sus propio récord, por el cual había obtenido la distinción de Guinness en 2011.
“¡Miren como lo mantengo firme y sedoso!” |
Roy había avanzado el 40 por ciento de los 183 metros que pretendía recorrer colgado de su pelo sobre un cable a 20 metros sobre el río Teesta, en el estado de Bengala Occidental de la India, cuando su cabello se enganchó con la ruedas de la tirolina y sufrió un infarto, según el diario digital firstpost.com.
Durante 20 minutos los espectadores le contemplaron tratando de liberarse sin éxito, primero entre aplausos y después entre gritos de terror.
La ambulancia demoró 45 minutos en arribar al lugar de los hechos por lo que Nath Roy llegó sin vida a un hospital de la ciudad de Siliguri.
Fuente: Minutouno
PELO – tudo (?)
Opinión
Por Dr. e Ing. Jean Chiché
Habría que encontrar la forma de definir el concepto de estupidez, básicamente sería algo así como: “adj ó sust. Derivado de estúpido, que hace estupideces (?)”. Por tautológico que parezca el concepto mencionado no hay otras acepciones tan acertadas y válidas (invitamos al gentil lector a que manifieste su concepto) que califiquen el hecho que hoy nos convoca.
Pensemos por un instante en la constante necesidad que tiene el hombre (como ser humano) de probarse a si mismo, desafiar límites, ser el mejor en su categoría, romper records y también, porque no, hacer boludeces.
El caso de este muchachito, que en paz descansará, se dió en un intento de querer cruzar una distancia de 183 metros, no caminando, no planeando, sino ¡utilizando la fuerza su cabellera!. ¿Como terminó? Muerto el boludo, seguro que ahora le está vendiendo malteadas a Ganesh en la sucursal del mini super que Apu abrió en el cielo y seguro te cobra el frío (!).
Así es como la humanidad cada día avanza a su fin, a su destrucción. Igual quedémonos tranquilos, no va a ser por una bomba de hidrógeno, una epidema letal o una guerra entre todos los continentes; moriremos estúpidamente: metiendo los dedos en un tomacorriente o jugando un campeonato de cabezazos.