Ing.jean.chiche@gmail.com
Amigos, ¡buenas tardes para todos!
La indignación nuevamente toca mi último nervio y comienzo a perder la cordura. Resulta que ahora, cuando uno se casa, es obligación tener que peinarse a su esposa ¡Habráse visto alguna vez semejante barbaridad! Una locura.
¿Acaso todos nos olvidamos que existen los matrimonios por conveniencia? ¿Por qué cada vez que queremos hacer algo siempre aparece una piedra en el camino? ¿Acaso tan difícil es progresar en este mundo cada vez más globalizado? Realmente, no lo entiendo.
Lo que tenemos aquí es un caso más de cómo el hombre se ve victimizado por una fémina, de cómo cada vez hemos perdido nuestro natural dominio en el mundo y se lo hemos cedido a ellas, manga de perras ávidas de poder y sexo.
Nuestra víctima, el bueno de Jiri Janda (de origen checo), que simplemente quería ser ciudadano estadounidense para lo cual tuvo la sagaz idea de contraer matrimonio con una ciudadana norteamericana y así obtener su tarjeta verde que lo habilita a: comer hamburguesas, pizzas, macarrones con queso y bombardear países de Europa oriental (el suyo incluido) y algunos de Medio Oriente cuando le quede algo de tiempo en su ocupada agenda de hombre casado.
Pero la ejecución de su plan se ve frenada luego de 20 meses cuando su matrimonio se anula… ¿Por qué? se preguntarán ustedes. Porque la esposa reclama lo que aquí se llama el débito conyugal; o sea, que de tanto en cuanto Jiri le haga ver la cara a Dios a Antoinette (el nombre de la demandante).
Más a nuestro favor: Antoinette bajó 29 kilos y medio para estar atractiva para su noche de bodas. Lo que nadie sabe es que todavía le quedan bajar otros 30 kilos para que Jiri le entierre su batata. La esposa del Reverendo Alegría diría: “¿Alguien quiere pensar en los niños?”
Así las cosas, me doy cuenta que cada vez este mundo se vuelve más loco e incoherente. Tenemos mujeres que son presidentes de países, dirigen compañías o escuchan a Arjona a todo volumen, victimizándonos a nosotros, pobres hombres que lo único que queremos es que los domingos a la tarde nos dejen mirar todos los partidos de fútbol posibles sin preguntarnos ¿qué es eso del off-side?
Los dejo tranquilos, tengo que ir a hacer las compras para mi casa, hoy le prometí a mi esposa que le iba a preparar un pavo a la naranja con ensalada de frutas de postre, así mira “Son de Fierro” sin que nadie la moleste.
Gracias, son muy amables.