Corta el pasto

Una anciana arrestada y maltratada por tener mal cuidado su jardín.

Una mujer de 70 años de edad fue arrestada de manera enérgica y puesta brevemente en prisión en el estado norteamericano de Utah, por no haber regado de manera correcta su jardín.

Foto: La abuela detenida, indignada.

Descontento con el estado del césped del jardín de la residencia de Betty Perry en Orem, a 72 km al sur de Salt Lake City, un policía la puso una multa, pero cuando la anciana se negó a darle el nombre al policía, éste la empujó, haciéndola caer al suelo.

El Utah Daily Herald informó que en su caída, la mujer se hirió en el codo, en la rodilla, y en la pierna. La anciana contó que también se había herido accidentalmente en la cara, debido a las esposas que le habían colocado.

Luego de una breve estadía en prisión, Perry fue liberada, cuando los superiores del policía tuvieron conocimiento de su arresto.

"Había otros métodos de proceder", dijo un policía, citado por el diario. El policía autor del arresto ha sido suspendido a la espera de que sus superiores examinen la situación.

Fuente: http://ar.news.yahoo.com/s/afp/070710/n_odds/c__sped_detenida



Hay que matar al presidente
Opinión
Por Patricio Kluivert


Es correcto hacer lo que sea necesario para que los jardines estén relucientes, para que las flores brillen de hermosura y el pasto se muestre frondoso como el mejor colchón del mundo, que sería, por supuesto, un importante par de tetas. Pero no operadas: sino un par de tetas de barrio, con las que se pueda hacer un chiste y escuchar un rock and roll, no un par de tetas de plástico, con las que sólo se pueda jugar un puchinball.

Lo que no es correcto, obviamente, es empujar a una viejita, tirarla al piso y, encima, meterla en cana. Un criterio, viejo.

Es claro que lo que tendría que haber hecho el oficial es decirle a la abuela que su jardín no estaba en buenas condiciones y que tenía que poner manos a la obra para dejarlo como corresponde cuanto antes, pero de buena manera, no pidiendo nombre, apellido, documento, medidas, cantidad de dientes e historial de visitas a la cacerola.

Lo que hizo este policía es inadmisible, bajo cualquier punto de vista. Los derechos humanos se ven fuertemente violentados una vez más por quienes, en teoría, deberían protegerlos, es decir, nuestras autoridades. Desde esta columna llamo a todos los que no somos autoridades a matar a todas las autoridades, para terminar de una vez por todas y para siempre con el mal que marcó la decadencia de la humanidad en esta época: la autoridad.